sábado, 7 de julio de 2007

Se pasó toda la mañana escrutando el cielo, el día anterior había pronosticado que hoy llovería. La pertinaz sequía golpeaba desde hacía mucho tiempo el territorio en el que vivía. Ansiaba que las nubes negras, cargadas de agua, llegaran. Su prestigio estaba en juego.Por fin, a media tarde, gruesas gotas caían sobre la seca tierra. Entonces, cogió sus amuletos, se colocó el penacho de plumas en la cabeza y siguiendo ancestrales ritos, salió de la tienda y bailó bajo la lluvia dando gracias a Manitú.
_Asombrado_

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