martes, 20 de mayo de 2008

A MI HIJA

"Háblame de cuando yo era pequeña,mamá"
...Cuántas veces te he escuchado decir esto,mi niña, y cuantas veces , mientras te peinaba , te ayudaba a colocar la ropa o simplemente nos sentábamos en tu cama, me ponía a relatarte incontables anécdotas de cuando eras pequeña... "cuando eras una niña encantadora" solía decirte para que te mosquearas ...entre las risas cómplices de las dos.
Eres hoy toda una mujer , cumples ya los 20 años . Sé que los regalos para los cumpleaños no sorprenden, porque son regalos esperados.Es más, sé que no te gustan ... te has parecido un poco a mí en esa rebeldía contra las fechas establecidas.Pero ¿cómo voy a dejarte sin regalo de cumple? .¡Veinte años! uf, un suspiro. Se han ido pasando unos tras otro,sin darme cuenta, princesa, quizás porque estabas tú , que haces más deliciosa mi vida.
¿Recuerdas?¿Recuerdas cuando empezabas a dar esos primeros pasitos , inseguros aún, y tuviste tu primera caida? Te levantaste , miraste tu rodillita , sacudiste la arena y me miraste para decirme con un gesto de manos , sonrisa y guiño "no ha pasado nada,mamá", ...y seguías corriendo,descubriendo el mundo.
¿Recuerdas cuando me sentaba junto a ti , tendidita tú en tu cama , a contarte historietas? Siempre te gustaba que te hablase de las cosas que yo leía , de los libros que yo estudiaba. Te debió venir en esos momentos la afición por la Historia.
¿Recuerdas aquel dibujo que me pintaste (debías tener unos 4 ó 5 años) ? Sí sí, aquél en el que me dijiste , "te he pintado como una princesa,mami" .Tú no lo sabes, pero aún lo tengo guardado en una cajita con otras cosas, como tu primer dientecito caido ( sí, ése que el "ratoncito Pérez" no se llevó nunca) .
¿Recuerdas todas aquellas preguntas relacionadas con la vida...que poquito a poco ibas haciendo, y mis apuros a veces al contestar? Descubrías el mundo, mi niña, sentías curiosidad por conocerlo todo.¡Ay , hemos pasado tantas y tantas cosas juntas !... Los primeros desaires de cierta gente, tus complejos , tu primera menstruación, los primeros consejos sobre la sexualidad, aquellos años de rebeldía adolescente ( del que aún conservas, tengo que decirlo, ciertos tics) , aquellas discusiones por tus gustos en el vestir, tus primeras salidas nocturnas, ese "ten cuidadito" tan repetido que las madres pesadas solemos decir...Aquella niña de mirada curiosa y sonrisa siempre a punto "se me ha quedado grande".
Aunque a veces a mí se me olvida que el tiempo está pasando e intento proteger y mimar , y tú me haces volver a la realidad con ese "¡Ay, mamá, que ya no soy una niña!".En esos 20 años he querido hacer de ti una persona respetuosa , honesta , y libre.
He dedicado toda mi vida a ello. Tú y el tiempo me diréis si lo he conseguido.Nunca dejes que nadie te trunque la sonrisa, preciosa.
Sé muy feliz.Feliz cumpleaños.
_M.C._

domingo, 15 de julio de 2007

AQUEL ENCUENTRO


Desde detrás de los visillos del balcón observaba la calle aún vacía. Estaba amaneciendo.Apuraba el cigarrillo lentamente, saboreando cada calada , como a ella le gustaba hacerlo.
Miró hacia la cama y vio entre sombras el cuerpo desnudo, revuelto entre las sábanas de aquel muchacho .Todo había ocurrido demasiado de prisa, ella no acababa de comprender como había sido capaz. Pero no sintió el más mínimo pudor ni remordimiento.
Recordó la tarde anterior en aquella cafetería, el educado chico que se le acercó a pedirle un cigarrillo y que a los diez minutos le volvió a rogar si podía acompañarla en la mesa , ya que no había ningún sitio libre en el pequeño local.
Aquel muchacho de ojos negros era alegre y hablaba muy animadamente, y ella, pese a su cautela inicial, no tardó en seguirle en la charla.Su mirada era fija ,penetrante , tenía una sonrisa encantadora…debía tener unos 25 o 26 años … Ella notaba como él deslizaba su mirada por su cara , desde los ojos hasta la boca…como luego iba más abajo , buscando su pecho, sus brazos.
Tras el reparo primero que esta franqueza en la mirada del joven moreno le causó, ella, que se sabía mujer atractiva a pesar de su madurez, se dejó llevar. Hacía tiempo que sabía la infidelidad de su marido y sintió agrado al saberse apetecible aún para otros hombres. Ella nunca había engañado a su marido, le habían educado de esa forma y nunca se lo había planteado.Había tenido curiosidad muchas veces por saber qué se sentiría al ser besada por otros labios , al ser acariciada por otras manos.
Pensaba todo esto mientras el muchacho de ojos negros y mirada penetrante le sonreía , entre charla y bromas , dando paso a roces de manos y brazos que parecían casuales pero que no lo eran en absoluto.Sin embargo, ella no era mujer de historias de amor. No sabría hacerlo.Así que decidió despedirse del joven y marchar.
El insistió en pagar la consumición ya que ella había sido tan amble al admitirle como acompañante. Le ayudó a ponerle la chaqueta y mientras lo hacía, ella sintió sus manos fuertes apoyadas en sus hombros.Cuando la mujer se dio la vuelta para agradecerle su educado gesto, él la miró directamente a los ojos y le dijo “eres muy hermosa ” .
Estaba de paso en aquella ciudad, y ésa era su última noche. Así que se dijo ¿Por qué no?. Aquel joven le gustaba , le gustaba mucho.
Fue una noche de deseo, de pasión, de sensaciones que ella hacía tiempo no experimentaba, de aleteos de mariposa, de gemidos, de susurros… Si la pasión llegaba a lo más alto, la ternura la sustituía y llegaba de nuevo el deseo , la locura...
Apagó el cigarrillo y se sentó sobre la cama. Le miró largamente, acarició con el dorso de su mano la espalda del muchacho que dormía, revuelto entre las sábanas.. Se acercó a su oído y le susurró “gracias”, y le besó dulcemente el lóbulo de su oreja .Él pareció sonreírle entre sueños.
_M.C_

domingo, 8 de julio de 2007

DEBO SER ARTISTA (ESTOY EN ELLO)
Vivo sola, duermo poco, y estoy llena de dolores. Pero vivo. Me conozco y sé que puedo resultar insoportable, no es fácil entenderme o aguantarme. Tengo el genio muy fuerte. Bastante me aguanto a mi misma; tengo que vivir conmigo sin parar, y todas las rabias y estupideces nunca las reprimo, de modo que este carácter agresivo y crítico que tengo es el castillo inexpugnable que creció sus murallas a lo largo de los años. No es fácil llegar dentro, tomar el tesoro, y marchar con él.
Pero no engaño a nadie, no soy políticamente correcta, es decir, no suelo reprimir lo que pienso. Soy capaz de sonreír si hay algo que me haga gracia. Me gusta que me besen, aunque reconozco que me cuesta arrancar los besos de los demás; incluso no sé reprimir las lágrimas cuando hay algo que me turba, por bien o por mal.
Detrás de toda esta fachada de piedra, hay velos de sensibilidad; y creedme, me derrumbo como la más dulce, tierna y buena de las mujeres.Cada noche me desconecto; desconecto con mis rabias y mis obsesiones, y lo hago poniendo la televisión. Quiero saberlo todo, enterarme de todo, aprenderlo todo. Por eso el mando está hasta los cojones de mi, continuamente lo tengo haciendo zapping.
Yo creí muchas cosas de pequeña, quise ser muchas cosas, quizá sólo una, ser artista, subirme aun escenario e interpretar Lope, Cervantes, Shakespeare, Miller, Brecht; tantos y tantos autores que nos dieron tantos y tantos personajes.
Conozco las limitaciones, la suerte; fui ingenua, y sigo siéndolo, no creáis. Interpretarse una a si misma, no es nada fácil. Casi todo el mundo interpreta a los demás. A lo largo de la vida, tomamos aquellos matices, gestos, ademanes, tonos, expresiones que, consciente o inconscientemente captamos o capturamos de los demás, aquellos que más nos ha seducido. A veces me pregunto: realmente ¿qué hay de nosotros en nosotros mismos? . somos, a fin de cuentas, un eslabón de la gran cadena humana, clonaciones diferenciales, cargados de defectos y limitaciones.Bien, bien, bien.Pueden amor los pobres, los locos y hasta los falsos, pero no las personas ocupadas. Pueden ser un héroe lo mismo el que triunfa que el que sucumbe, pero jamás el que abandona el combate. Diariamente me levanto y me lavo la cara del día anterior, intentando con ello poner otra para ser otra, sin maquillajes; pero no puedo. Alguien me dijo una vez que se le perdona todo a quien nada se perdona a si mismo. A veces pienso que debiera acomodarme a esta vida, y no esta vida acomodarse a mí. Para la mayoría de los seres
_Jenny_
LA HUÍDA
Un día más.Ni más gris ni más soleado que los demás, sólo un día cualquiera, como cualquier otro.
Cansada de ver la vida pasar a su lado, Rosa tomó la gran decisión: abandonaba todo.
En un papel dejó una nota: "no puedo más" .Junto a la nota dejó su anillo, su teléfono móvil y sus llaves.No dijo nada, no se despidió...Sólo echó unas cuantas cosas en su vieja maleta y cerró la puerta de la casa en la que había vivido tantos años de silencios.
Echó a andar por la calle, su paso firme, ya no tenía miedo a nada ni a nadie. Nada la detendría.
Recorrió la calle hasta el final, mirada fija, desafiante, resistente, fuerte. No iba a ningún sitio, sólo se iba.Pero sin miedos.Pensaba en la sorpresa que él se llevaría, en los comentarios de los vecinos...y sonrió, puede que con desprecio, quizá con ironía.
_"Todo da igual, ya no hay vuelta atrás” _
Volvió su cabeza y buscó con la mirada allá , donde entre sombras de un amanecer inquieto , ahora ya algo lejana, se veía aún la casa. La contempló un momento… sus recuerdos, su vida, su historia, su soledad.
_ "Adiós” _Dobló la esquina. Notó cómo latía su corazón.Era su decisión, sólo suya. Ya no había vuelta atrás.
_María_

sábado, 7 de julio de 2007

En cierta ocasión, una familia inglesa pasaba unas vacaciones en Escocia, y en uno de sus paseos, observaron una casita de campo que de inmediato les pareció cautivadora para su próximo veraneo.Indagaron quien era el dueño de la misma y resultó ser un pastor protestante al que se dirigieron para pedirle que les mostrara su pequeña finca.El propietario se la mostró. Tanto por su comodidad como por su situación fue del agrado de la familia, que les quedo comprometida a tomarla en alquiler para el próximo verano. De regreso a Inglaterra, repasaron los detalles de cada una de las habitaciones y de pronto la esposa recordó no haber visto el w.c. decidieron escribir a pastor preguntándole por ello en los siguientes términos:
“Estimado pastor: Soy miembro de la familia que hace unos días visitó su finca con deseos de alquilarla y como omitimos enterarnos de un detalle, quiero que nos indique mas o menos donde queda el w.c.”
Al recibirla, éste desconoció la abreviatura w.c. pero creyendo que se trataba de una capilla de su religión que se llamaba Wells Chapel, le contestó de la siguiente manera.
“Estimada señora tengo el agrado de informarle que el lugar a que ud. Se refiere queda a dos kms. de la casa, lo cual es molesto sobre todo si tiene costumbre de ir con frecuencia, pero algunas personas llevan la comida y permanecen en el lugar todo el día, algunos viajan a pie y otros en tranvías y de ordinario llegan en el momento preciso. Hay lugar para 400 personas cómodamente sentadas y 100 de pie. Los asientos están forrados de terciopelo púrpura y hay aire acondicionado para evitar sofocaciones. Le recomiendo ir temprano para alcanzar sitio. Mi mujer por no hacerlo así, hace 10 años tuvo que soportar todo el rato de pié y desde entonces no utiliza este servicio. Los niños se sientan juntos todos cantan a coro, a la entrada se les da un papel a cada uno y las personas que no alcanzan a la repartición pueden utilizar el del compañero de asiento, pero al salir deben devolverlo para continuar dándoles uso durante todo el mes. Todo lo que dejen depositado allí será para dar de comer a los huerfanitos del hospicio. Hay fotógrafos especiales que toman fotografías en diversas posturas, las cuales serán publicadas en el diario de la ciudad, en la sección vida social, así el público podrá conocer a las altas personalidades en actos tan humanos.”
Los ingleses al recibirla, estuvieron a punto de desmayarse y decidieron cambiar el lugar de veraneo.
_Autor desconocido_
Se pasó toda la mañana escrutando el cielo, el día anterior había pronosticado que hoy llovería. La pertinaz sequía golpeaba desde hacía mucho tiempo el territorio en el que vivía. Ansiaba que las nubes negras, cargadas de agua, llegaran. Su prestigio estaba en juego.Por fin, a media tarde, gruesas gotas caían sobre la seca tierra. Entonces, cogió sus amuletos, se colocó el penacho de plumas en la cabeza y siguiendo ancestrales ritos, salió de la tienda y bailó bajo la lluvia dando gracias a Manitú.
_Asombrado_
¿Sabéis? Siempre odié las navidades, pero no porque haya que comprar regalos obligatoriamente o tengas que ir por la calle sonriendo como un gilipollas, sino por la cena con la familia, la de Nochebuena. Que lo de noche, vale, pero lo de buena...Yo mejor la llamaría la Noche de Halloween. Porque solo te apetece (gesto de dar puñaladas) ¡ñic, ñic, ñic!Y hablando de referencias cinematográficas, si lo analizas detenidamente, cenar con tu familia en Nochebuena es como ir al cine gratis. Al principio, aquello es como una película coral de Luis García Berlanga. El timbre de la puerta no deja de sonar y tu cocina se parece al camarote de los Hermanos Marx. Claro, todo el mundo viene contando su pequeña historia, y cada cual tiene un momento de protagonismo. Luego, cuando todos se han sentado, la película se transforma en un cruce entre “Médico de familia”, por la cantidad de comida que hay sobre la mesa, y una versión cutre de “Cosas de Casa”. Todos quieren hacer alguna gracia, pero nadie lo consigue... Yo hago el papel de Steve Urkel. O sea, de pringao.Comienza la cena, cada uno se centra en su plato y el silencio va impregnando la cocina: nosotros cenamos en la cocina. En ese momento, la película entra en el terreno del suspense... Nunca sabes por donde va a empezar la bronca. Y en mi casa siempre empieza igual, con el abuelo y el nieto, porque claro, el niño es menor de edad y está abstraído con su propia película de animación. Vamos, que se pasa toda la noche jugando a los Pokemon con la Game Boy y diciendo: “Evoluciona, Pikachu, evoluciona”... ¿Y por qué no evolucionas tú un poquitín, eh, chaval?Ahí llegamos al núcleo central de la película, que siempre es dramático:- ¡Deja ese cacharro y cómete las patatas! - ¡No me da la gana, no tengo hambre! ¡Que te las comas o te estampo una leche! Y la madre:- ¿Quieres dejar en paz al niño?- ¡Pero si es que lo estáis malcriando!Etc, etc...La discusión va aumentando de tono, y de repente aparecen en la película elementos de ciencia-ficción. Tu cocina se llena de platillos volantes. Bueno, de platillos, vajillas, cuchillos, cucharillas, natillas, tortillas y hasta las sillas echan a volar. Pero los ánimos terminan por apaciguarse, y a medida que el vino peleón empieza a hacer efecto, la película se torna en un musical americano, porque el abuelo coge una botella y una cuchara, y empieza con aquello de: (ruido de cuchara rascando la botella) ¡Crin, quiririn crin! (a ritmo de jota) "Tócame la minga, Dominga, que vengo de Franciaaaaa, tócame la minga, Dominga, que lleva sustanciaaaaa.... “Entonces, todo el mundo se ríe, se relaja y la película vuelve al tono de comedia que tenía al principio, pero más patética todavía si cabe. Empiezan a verse camisas desabrochadas, cobran protagonismo los michelines, y como la película se acerca al clímax final, se escucha el tema principal de la banda sonora, o sea, la “Sinfonía en Do Mayor para eructo y pedorreo”.Esta película suele tener tres finales diferentes. Para las parejas jóvenes casi siempre acaba como una película clasificada X. Si hay alguno que se indigeste con la cena, para él acabará como “Urgencias”, en un hospital. Y para mí... siempre acaba igual.Como “El pajero... digo, el llanero solitario” ¡ejem!. Y fijaos si mis cenas familiares son como una película, que hasta voy a hacer merchandising con ellas. Los platos rotos de mi cena familiar, la botella musical de mi cena familiar, y representando a mi sobrino, un muñequito con una Game Boy y un montón de patatas fritas en la cabeza. Puede parecer divertido, ¿verdad?... pues no lo es. Porque esta película tiene una semejanza con otras como “Qué bello es vivir” o “Mary Poppins”, y es que las tendrás que seguir aguantando una Navidad detrás de otra.
_Autor Desconocido_
En un remoto pueblo de la España profunda, un niño tenía durante todo el año la certeza de que si el día de navidad ponían en casa un arbolito de navidad y colocaba sus calcetines debajo, sus deseos se verían cumplidos.El niño deseaba con todas sus fuerzas que su familia tuviera lo necesario para vivir.Que el campo produjera mas para que no lo pasaran tan mal durante algunas épocas del año, porque apenas tenían para comer y sus padres se deslomaban trabajando.Su padre a veces lo pagaba con su madre y sus hermanos.Su madre trabajaba mucho también, en el campo ayudando al marido y en casa después, el niño la veía sufrir en silencio.Todos los días el niño pedía lo mismo a papa Noel, para así creía el, hacer fuerza durante todo el año hasta que llegara el día y este se lo concediera.A pesar de la regañina que le costó de su padre, que no creía en nada, la víspera de Navidad, el niño colocó en un arbolito que consiguió en el campo, su fe era inmensa y el niño siguió en sus trece.Al día siguiente cuando se levantaron para seguir trabajando como todos los días, el niño fue corriendo a su árbol, miró sus calcetines y se dio cuenta de que estaban vacíos, nadie había dejado nada dentro.Al ver la desolación de su hijo, la madre se acercó a él y le pidió que le explicara que esperaba encontrar sabiendo que eran tan pobres.El niño le contó sus deseos y la madre le consoló diciéndole, que esa clase de deseos, solo están en el espíritu de cada persona, que la fuerza de carácter te da lo que necesitas para continuar luchando contra los reveses de la vida. Que el campo produce solo cuando los elementos son propicios y que el amor y la comprensión, es lo que mueve el mundo.Todo lo que desees has de conseguirlo por ti mismo, primero tienes que ayudarte tú para pedir ayuda a los demás, solo el último momento cuando ya veas que no puedes hacer más por ti mismo.El niño aprendió la lección, la comunicación es la base principal para conseguir un buen entendimiento con tus semejantes, no esperes nada que tu no puedas conseguir con tu esfuerzo, porque la suerte no es para el que la busca, sino para el que se la encuentra
_Jenny_
Hoy 24 de diciembre se celebra la noche de Navidad, toda la familia está impaciente ya que es la única noche del año en la que podemos estar todos unidos.Mi madre y mi abuela preparan la cena, mi padre y mis tíos colocan el árbol y sus respectivos adornos, como son bolas doradas y rojas o la estrella que culmina el árbol y mis tías preparan esas bolitas de melón cubiertas con un chorrito de Rives, mientras que mis primos y yo hacemos travesuras en la nieve.Alrededor de las once de la noche nos sentamos en la mesa para cenar es en ese momento cuando toda la familia está reunida y yo pienso que no podría haber nada mejor en esta noche.Mientras los mayores hablan y beben nosotros hacemos tiempo en la cama mientras Santa Claus llegue al árbol.Sobre las cinco de la mañana nos despertamos para ver si Santa Claus había dejado los regalos, es en ese momento cuando le vemos y, cual es nuestra sorpresa al ver a Santa Claus.Corrimos asustados hacia la habitación de mis padres, al llegar otra vez al árbol no había nadie pero había más regalos de los esperados, Santa Claus había traído regalos para todos y una tarjeta en la que ponía:-Habéis descubierto el secreto de la Navidad cualquier deseo es posible si creéis en mí y cualquier sueño es posible si mantenéis el niño que lleváis dentro.Mis padres se quedaron estupefactos al ver tal acto de Santa Claus a si que todos nos levantamos otra vez a terminar la fiesta que no habíamos acabado.Esperamos a abrir los regalos y nos acostamos a las seis de la mañana.Cuando nos levantamos abrimos los regalos muy nerviosos y que me trajeron:Un tren de juguete, una camiseta, un pijama y una pelota de volleyball.¡¡Eran los regalos que quería!!Nunca más hablamos de Santa Claus y a la Navidad siguiente pasó otra vez pero se quedó con nosotros a cenar y la Navidad siguiente fue genial vamos mucho mejor que la otra.
_María Valenzuela_
El calendario dice que es Navidad. La calle con sus bombillas multicolores anuncia que es tiempo de Navidad. Los niños, de vacaciones en la escuela, corretean por la casa preguntando ilusionados como colocar las figuritas del Belén. El abuelo no para de gritarles para que dejen de alborotar, mientras la abuela en la cocina refunfuña porque todavía no sabe los que seremos para cenar. Juan, distraído, lee el periódico; como un autista ajeno a cuanto sucede a su alrededor. Y yo...Yo miro la lluvia caer tras los cristales. Quisiera no estar aquí, quisiera huir de la Navidad, quisiera no tener que sonreír porque lo dice el calendario, ni ver la iluminación que falsea la realidad de una triste calle maloliente y sin esperanza, quisiera...
- Mami.- dice el más pequeño de tan solo cuatro años.- haz que el árbol tenga luz.
Ana dice solo falta la estrella de la punta.Y entonces le doy la mano, le sonrió; me dejo arrastrar por su inocencia. Él no es culpable de que su madre, hace tiempo, haya dejado de creer en la absurda magia en la Navidad.
_Galiana_
Subo las escaleras despacio con mis hijos. Los críos, mientras subimos me dicen: mamá, mamá cuando vienen los titos a casa, con mucha paciencia y tranquilidad, porque no es la primera vez que hacen la pregunta, más bien es la 100 pregunta que hacen desde que los recogí esa misma noche, les digo: tranquilos todavía no es el día de Noche Buena, faltan muy poquitos días, me miran, se sonríen y entre ellos cuchichean, ya quedan menos días, ves la sonrisa de mamá, eso quiere decir, le contesta el mayor al pequeño, pero con la intranquilidad de que la respuesta sea la correcta, me dice mámi ¿es verdad?, si hijo claro, sabes que mamá no te engaña. Cuando llegamos al fin a casa, entre ellos siguen con su charla como si fuesen dos amigos pero con mucha complicidad, en el momento de irse a la cama, otra vez la pregunta: pero mamá de verdad que quedan pocos días, ya al final le respondo si hijo no te preocupes, que cuando duermas y despiertes mañana, ya será el día en que los titos vienen a casa. A la mañana siguiente como si de un reloj se tratase, justo a las 8 en punto, siento que con paso sigiloso, sin hacer ruido pero al mismo tiempo con impaciencia se aproxima hacia mi, con esa sonrisa que le llega de oreja a oreja y en un susurro me dice: ¿mami, ya es Navidad? Es una voz dulce, pero al mismo tiempo nerviosa, le miro a esos ojitos tan pequeños y no puedo dejar escapar una sonrisa de mi rostro, diciéndole si pequeñajo ya es Navidad, sus pequeñas manos acarician mi cara y diciéndome, ya es de día hay que levantarse.Ellos saben que esa noche cenaremos en casa todos reunidos con los abuelitos, titos y primos, como explicaros esas caras de felicidad, sus ojos parecen dos destellos, pero aún sabiendo que algún miembro de la familia ya no estará entre nosotros, sientes que nada más que por esa ilusión que ellos tienen has de sacar esas energías, para que el momento en que todos estemos reunidos sea uno de los más agradables que mis hijos puedan llegar a recordar aunque a mi personalmente, me ahonde una gran tristeza.Mientras vamos preparando las cosas para la cena, empiezan mamá, en que te ayudo, ya ves si tienen muy poquitos años, en que pueden ayudar las pobres criaturas, les intento explicar que lo que estoy haciendo en ese momento son cosas de mamá, pero ellos no se dan por vencidos, quieren colaborar en todos esos preparativos, que culminarán en la llegada a casa de todos los familiares, porque a estos pequeñajos, les hace muy feliz. Mami donde pongo las servilletas, mamá donde está el agua, mamá los cubiertos, todo lo normal que pueda haber en una mesa, pero de pronto oigo bummmmm………. Zas………. Algo se ha caído. Cierro los ojos, respiro hondo y con toda la paciencia que pueda tener en esos momentos de agobio, viene su padre me mira a los ojos y me dice: tranquila, cálmate que te veo venir. Los dos saltan al unísono, mamá si yo no he sido, ha sido sin querer, no me he dado cuenta, vuelvo a respirar hondo y les hago comprender que eso no son juguetes, son cosas de mami con las que han de tener más cuidado. Al final optan por irse a sus juegos pensando: de la que nos hemos librado, si seguimos no la cargamos.Se acerca la hora de la cena, suena el timbre, comienza a venir los primeros a la cena………… mamá yo abro, déjame a mi. Veo sus ojos brillar, sus caras sonrientes de impaciencia. Así uno tras de otro, hasta que ya nos sentamos todos a la mesa. El uno dice: abuelita mira que mesa he preparado más chuli, el otro no le digas que hemos roto nada, se miran se sonríen. Yo el ver esas caras de felicidad, me llena de alegría, este es solo un pequeño gesto, por el que me gusta la Navidad, con el simple hecho de verles a ellos rebosar de alegría para mi es suficiente. Feliz Navidad a todos.
_ Chary_

viernes, 6 de julio de 2007

LO QUE SE LLEVARÁ ESTE AÑO

Se va el año y sin embargo no se si me quedo aquí o me voy con él, puesto que no distingo entre mis pensamientos y la realidad, con tu ausencia yo estoy ausente.Este año que se va se lleva mucho de mí. Entre risas y alegrías, se lleva mi dolor y tu traición.Mi árbol de navidad esta desolado sin luces ni regalos, sin esplendor, sin amor. Pareciera que con tu adiós te llevaste la alegría de mi navidad, de mi casa.Lo único que me queda claro es que tu adiós es definitivo y que no volverás, que tendré que empezar el año sola, pero con ansias y deseos de olvidarte¡Y ganarle esta guerra al amor!
_Autor desconocido_

VACACIONES

Isidoro era un hombre solitario, meticuloso, huraño, de carácter agrio, al que daba toda la sensación, no alejada de la verdad, de que le encantaba que las personas con las que trataba hicieran algo mal o cometieran errores en su trabajo y así, él tenía argumentos con los que protestar de manera airada. Ese día se levantó con una extraña sensación, algo le decía que iba a ser un día especial e inolvidable. Se iba de vacaciones.
Había preparado estas vacaciones con la minuciosidad que le caracterizaba, quería saber en cada momento donde estaría, que es lo que tendría que hacer, a qué servicios podría acceder. Todo planificado, hasta el más mínimo detalle. Lo había logrado después de innumerables tentativas con diversas agencias de viajes, con cuyo personal discutió las condiciones del viaje hasta la extenuación. Aun así, estaba convencido de que se cometerían incumplimientos de lo contratado y casi se relamía de gusto pensando en las quejas y reclamaciones que iba a presentar.Una vez aseado, vestido, desayunado y con el equipaje preparado, se sentó a esperar que llegara el microbús de la agencia que le trasladaría al aeropuerto.Faltaban cinco minutos para la hora señalada y ya estaba imaginando la primera bronca del día al conductor por su impuntualidad. El sonido del timbre de la puerta le sobresaltó por inesperado, a través del telefonillo una voz campechana le daba los buenos días y le informaba que su medio de transporte estaba listo y que si quería, un joven subiría a su casa para ayudarle a bajar el equipaje. Apenas balbuceando, Isidoro le respondió que no hacía falta, que ya bajaba él.
Un chico joven apareció en el portal de su casa, le recogió con diligencia el equipaje y lo colocó en el maletero del vehículo, al tiempo que el conductor le saludaba dándose un leve toque en la visera de la gorra y le indicaba que podía subir y ocupar su asiento. Al acceder al interior del microbús fue saludado por el resto de viajeros, a lo que Isidoro respondió con un “buenos días” dicho entre dientes, el conductor le señaló su asiento e informó que sin más pérdida de tiempo se dirigirían al aeropuerto.El conductor se manejaba con soltura y profesionalidad entre el ya considerable tráfico matutino, desplazándose por las calles más despejadas para acceder a la vía principal que les llevaría a su destino. Isidoro miraba su reloj calculando el tiempo que tardarían en llegar al aeropuerto, estaba convencido de que no llegarían con las dos horas de antelación con que se recomendaba a los pasajeros para que la facturación del equipaje se hiciera sin prisas. Con una suave frenada el vehículo se detuvo en la entrada de la terminal, miró su reloj y apretó las mandíbulas cuando observó que habían llegado con diez minutos de adelanto sobre la hora recomendada.
Cuando bajó del microbús su equipaje se estaba cargando en un carrito y otro empleado de la agencia, que se había unido al joven ayudante, le saludaba y le decía a qué mostrador debía dirigirse, indicándole que allí le facilitarían el pasaje y toda la información que recisase.Mientras se dirigía al mostrador señalado, iba pensando en que seguro que ahora empezarían a sucederse los fallos en los horarios, la atención poco adecuada, la información poco precisa. De nada serviría que hasta el momento todo hubiera ido bien; él sería implacable, como siempre.No pudo ocultar una sonrisa cuando vio que en el mostrador de la agencia había un solo empleado al que casi tapaban los numerosos miembros de lo que debía ser una familia, y todo parecía indicar que discutían.
Se situó en el otro extremo del mostrador frotándose las manos, pero la sonrisa desapareció de su rostro al tiempo que aparecía el de una mujer morena que le saludaba y preguntaba qué se le ofrecía.Con celeridad le fue entregada toda la documentación e información necesaria para embarcar, que la empleada le repitió con voz agradable y bien modulada: el mostrador de facturación, la puerta de embarque, el número de vuelo, la hora de partida y el número de asiento que tenía reservado. Isidoro la escuchó con no disimulada impaciencia, asintiendo con la cabeza a las explicaciones de la mujer.A continuación, se dirigió veloz al mostrador que le correspondía para facturar las maletas, estaba convencido de que allí empezarían, sin duda, los problemas.
Apenas tuvo que hacer cola y le atendió un joven que llevaba una camisa blanca impoluta y perfectamente planchada, con la apariencia de estar recién duchado y afeitado. Con eficacia, revisó el pasaje, le identificó, pesó las maletas y les colocó la cinta adhesiva en las asas antes de ponerlas en la cinta transportadora. Mientras las maletas desaparecían tras unas cortinas plastificadas, el empleado de la compañía aérea le repetía la información sobre la puerta de embarque, identificador de vuelo, hora prevista de despegue y asiento que le correspondía. Isidoro, con tono enfadado, le preguntó si había puesto los datos correctos en el equipaje, que a ver si le perdían las maletas.El empleado, manteniendo el semblante amable que tenía desde el principio, le dijo que estaba todo correcto y le pasaba un impreso de reclamaciones por si tenía algún problema.Una vez localizada la puerta por donde debía pasar el control policial y embarcar, deambuló por el largo pasillo de la terminal sin perder de vista los monitores que mostraban la situación de los distintos vuelos, su horas de partida y si sucedía alguna incidencia.
Estaba nervioso, su vuelo acababa de aparecer en las pantallas y de momento todo iba bien, cada vez que pasaba por delante de alguno de los monitores tenía la secreta esperanza de que apareciese la palabra mágica: retraso, o mejor aún, suspendido. Tal expectativa le hacia salivar.Quedaba poco más de una hora para la partida cuando por los altavoces del aeropuerto una voz femenina, clara aunque algo engolada, comunicaba a los pasajeros de su vuelo que podían acceder cuando quisieran a la zona de embarque. Isidoro se dirigió a la misma, pasó el control policial y se sentó en una de las butacas de la sala de espera. Sentía algo de frío pero las manos le sudaban levemente y los labios dibujaban una mueca de fastidio. Pasados solo unos minutos, una chica vestida con el uniforme de la compañía aérea informaba a los pasajeros presentes que cuando quisieran podían proceder a embarcar. La chica estaba acompañada de un hombre de aspecto serio, uniformado también, que con gesto amable le solicitó su identificación al tiempo que la joven metía el pasaje por una ranura y lo sacaba por otra para su reconocimiento magnético. Le indicaron que siguiendo el túnel que tenían a sus espaldas llegaría directamente al avión.
A medida que avanzó por el pasillo su semblante se tornó malicioso, seguro que ahora los tendrían sentados en el avión y sin despegar a la hora, por las manidas causas técnicas o incluso por tener que esperar a algún pasajero VIP, este pensamiento le hizo cerrar los ojos un momento y respirar con cierta satisfacción.Al llegar al avión una atenta azafata, que se identificó como la sobrecargo, le dio la bienvenida, miró su billete y le informó con precisión dónde estaba su asiento, en su fuero interno no pudo ocultar el desagrado que le produjo ver que se había cumplido lo que le dijeron en la agencia: el asiento era de ventanilla.
Este desagrado se le mitigó algo pensando en la larga espera que con toda seguridad le aguardaba hasta que el avión despegase, pero cinco minutos antes de la hora prevista, una voz metálica sonó en los altavoces del aparato, el Comandante Ramírez saludaba a los pasajeros y les informaba que iban a despegar, así como la velocidad de crucero que llevarían y la hora de llegada. Isidoro tomó este último dato y, como si fuera un comando dispuesto a una peligrosa acción, miró su reloj, asintiendo levemente con la cabeza y frunciendo los labios. De manera inmediata, el avión arrancó, tomando mayor velocidad a medida que avanzaba por la pista, fue un despegue de manual. Isidoro miraba serio y ensimismado por la ventanilla.Las azafatas realizaron con precisión las indicaciones de información de seguridad necesarias, así como de los servicios que podían recibir los pasajeros durante el vuelo. Isidoro comprobó minuciosamente todos los detalles y cuando le pasaron los auriculares para ver la película y verificar que funcionaban a la perfección, sin interferencias, no pudo evitar dar un golpe con los puños en los reposa brazos del asiento.
El vuelo transcurrió sin ningún incidente, hasta la comida resultaba pasable para lo que es habitual, pero Isidoro tenía un nudo en el estómago que apenas le permitió probar bocado, así que dormitó, soñando con ásperas discusiones con los miembros de la tripulación.Le sacó de sus ensoñaciones el Comandante Ramírez, quien informó que iban a aterrizar a la hora prevista, confiando volver a encontrarse con ellos en el aire.El aterrizaje fue modélico, sin saltos por la pista ni frenadas bruscas. Cuando el avión se detuvo, Isidoro se desabrochó con rabia mal contenida el cinturón de seguridad y esperó las indicaciones de la sobrecargo para salir del avión. Al llegar a la puerta abierta fue despedido con amabilidad por una azafata, Isidoro la miró con desprecio y salió. Avanzaba hacia la zona en donde recogería el equipaje, no hacía más que pensar que desde luego su inicio de vacaciones no podía estar más alejado de lo que él había esperado; pero no todo estaba perdido, ahora se encontraba en otro país y no era la eficiencia lo que les caracterizaba.
En pocos minutos el sinfín que transportaba las maletas se puso en marcha y no podía dar crédito a lo que veía, sus dos maletas avanzaban hacia donde él estaba al frente de un numeroso pelotón. De mala gana las cargó en el carrillo y se dirigió al paso de aduana; allí, una policía de cara morena le sonrió, le pidió la documentación y le pidió que pasara por el detector de metales. Cuando acabó la operación le deseó una feliz estancia en su país y alabó el hotel escogido.Cuando salió por la puerta que le habían señalado para acceder a la zona libre del aeropuerto, un hombre orondo y de aspecto bonachón le abordó, llamándole por su apellido e indicándole que era de la agencia y que estaba allí para llevarle al hotel. Con diligencia transportó el carrito, cargó las maletas en el automóvil y le abrió la puerta trasera para que se montara. Isidoro no soltó palabra, más allá de algunos sonidos guturales y asentimientos o negaciones con la cabeza a las preguntas e indicaciones del empleado.En el trayecto hasta el hotel miraba sin ver por la ventanilla, despreocupado de la forma de conducir de aquel tipo, sin mirar el reloj para ver si se cumplía el horario, sentía un desasosiego que no sabía explicarse.
Al llegar al hotel el conductor se lo dijo con discreción a Isidoro, que ni se había percatado, bajó del coche como un sonámbulo, ni siquiera fue consciente de que un botones se había acercado y ya cargaba su equipaje. Isidoro hizo un gran esfuerzo de voluntad y entró en el hotel tras el botones y el conductor.Con atención exquisita y rapidez fue recibido en recepción y realizado todos los trámites hasta entregarle la llave de su habitación, el recepcionista le dio la bienvenida y le deseó que disfrutara de la estancia. Antes de subir al ascensor, el conductor le indicó que en una hora se pondría en contacto con él el delegado de la agencia, para facilitarle cuanta información precisase para acceder a los distintos servicios que hubiera contratado u otros que deseara. Isidoro le despidió con maneras desabridas.Al entrar en la habitación siguiendo al botones no pudo evitar una nueva muestra de desagrado, la habitación era tal como le habían dicho en la agencia, con balcón mirando al mar.
Despidió al botones de malos modos, sin darle propina, y se dispuso a comprobar todas las luces, grifos, cierres y servicios de que disponía la habitación, abatido se sentó en la cama. Todo funcionaba. Sus tenues esperanzas de encontrar algún fallo, por leve que fuera, se habían venido abajo.La perspectiva de que en estas vacaciones todo saliera como estaba previsto le sacaba de quicio.Sonó el teléfono y gritando preguntó quien era, se presentó el delegado de la agencia y le preguntó si podía bajar a recepción para hablar unos minutos o si prefería hacerlo en otro momento. De malos modos Isidoro le dijo que bajaría inmediatamente.Tomó el ascensor, iba meditabundo y con un dolor de estómago cada vez mayor que le atenazaba, era la viva imagen de un soldado que volvía del frente derrotado.
El delegado era un hombre de mediana edad, moreno y con un fino bigote, se presentó con esmerada educación. Isidoro ni se dignó a mirarle a la cara. Pero el delegado, hombre curtido en estas lides, ni se inmutó, señaló dos sillones cercanos para sentarse y se dispuso a informar a su cliente con todo lujo de detalles. Isidoro ni oía las explicaciones, estaba tramando su venganza.Cuando el delegado finalizó su exposición, le preguntó si le había quedado todo claro y que estaba a su disposición para cualquier cosa.
En ese momento, Isidoro levantó la mirada por primera vez en toda la conversación, y fijando sus ojos en los de la otra persona, le dijo que sí, que si quería que hiciera algo por él, el delegado se movió en su asiento y acercó su rostro al de Isidoro dispuesto a escucharle y preparado para atender la petición. Isidoro se echó hacia atrás y con un semblante por primera vez relajado, le pidió, con voz casi suplicante, que le consiguiera un billete de regreso a su casa en el primer avión que saliera.
_Asombrado_