sábado, 7 de julio de 2007

Subo las escaleras despacio con mis hijos. Los críos, mientras subimos me dicen: mamá, mamá cuando vienen los titos a casa, con mucha paciencia y tranquilidad, porque no es la primera vez que hacen la pregunta, más bien es la 100 pregunta que hacen desde que los recogí esa misma noche, les digo: tranquilos todavía no es el día de Noche Buena, faltan muy poquitos días, me miran, se sonríen y entre ellos cuchichean, ya quedan menos días, ves la sonrisa de mamá, eso quiere decir, le contesta el mayor al pequeño, pero con la intranquilidad de que la respuesta sea la correcta, me dice mámi ¿es verdad?, si hijo claro, sabes que mamá no te engaña. Cuando llegamos al fin a casa, entre ellos siguen con su charla como si fuesen dos amigos pero con mucha complicidad, en el momento de irse a la cama, otra vez la pregunta: pero mamá de verdad que quedan pocos días, ya al final le respondo si hijo no te preocupes, que cuando duermas y despiertes mañana, ya será el día en que los titos vienen a casa. A la mañana siguiente como si de un reloj se tratase, justo a las 8 en punto, siento que con paso sigiloso, sin hacer ruido pero al mismo tiempo con impaciencia se aproxima hacia mi, con esa sonrisa que le llega de oreja a oreja y en un susurro me dice: ¿mami, ya es Navidad? Es una voz dulce, pero al mismo tiempo nerviosa, le miro a esos ojitos tan pequeños y no puedo dejar escapar una sonrisa de mi rostro, diciéndole si pequeñajo ya es Navidad, sus pequeñas manos acarician mi cara y diciéndome, ya es de día hay que levantarse.Ellos saben que esa noche cenaremos en casa todos reunidos con los abuelitos, titos y primos, como explicaros esas caras de felicidad, sus ojos parecen dos destellos, pero aún sabiendo que algún miembro de la familia ya no estará entre nosotros, sientes que nada más que por esa ilusión que ellos tienen has de sacar esas energías, para que el momento en que todos estemos reunidos sea uno de los más agradables que mis hijos puedan llegar a recordar aunque a mi personalmente, me ahonde una gran tristeza.Mientras vamos preparando las cosas para la cena, empiezan mamá, en que te ayudo, ya ves si tienen muy poquitos años, en que pueden ayudar las pobres criaturas, les intento explicar que lo que estoy haciendo en ese momento son cosas de mamá, pero ellos no se dan por vencidos, quieren colaborar en todos esos preparativos, que culminarán en la llegada a casa de todos los familiares, porque a estos pequeñajos, les hace muy feliz. Mami donde pongo las servilletas, mamá donde está el agua, mamá los cubiertos, todo lo normal que pueda haber en una mesa, pero de pronto oigo bummmmm………. Zas………. Algo se ha caído. Cierro los ojos, respiro hondo y con toda la paciencia que pueda tener en esos momentos de agobio, viene su padre me mira a los ojos y me dice: tranquila, cálmate que te veo venir. Los dos saltan al unísono, mamá si yo no he sido, ha sido sin querer, no me he dado cuenta, vuelvo a respirar hondo y les hago comprender que eso no son juguetes, son cosas de mami con las que han de tener más cuidado. Al final optan por irse a sus juegos pensando: de la que nos hemos librado, si seguimos no la cargamos.Se acerca la hora de la cena, suena el timbre, comienza a venir los primeros a la cena………… mamá yo abro, déjame a mi. Veo sus ojos brillar, sus caras sonrientes de impaciencia. Así uno tras de otro, hasta que ya nos sentamos todos a la mesa. El uno dice: abuelita mira que mesa he preparado más chuli, el otro no le digas que hemos roto nada, se miran se sonríen. Yo el ver esas caras de felicidad, me llena de alegría, este es solo un pequeño gesto, por el que me gusta la Navidad, con el simple hecho de verles a ellos rebosar de alegría para mi es suficiente. Feliz Navidad a todos.
_ Chary_

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